El conflicto tiene
como telón de fondo el Tratado de Madrid (1750), entre Españay Portugal. Como
consecuencia de la demarcación de los nuevos límites, la región de las Misiones
Orientales, que comprendía los siete pueblos de las reducciones jesuíticas que
quedaban en la margen izquierda del río Uruguay, había de pasar a manos
portuguesas. Dichos poblados eran: San Borja, San Nicolás, San Luis Gonzaga,
San Lorenzo, San Miguel, San Juan Bautista y Santo Ángel.
Esta
resolución, sin embargo, tenía mayor calado del que podía parecer, en tanto que
en los territorios de Portugal se permitía la esclavización de los indígenas
(en aquella zona eran guaraníes) mientras que en los territorios españoles
todos los indígenas eran automáticamente súbditos de Su Majestad, y por tanto
gozaban de su protección, por lo que no podían ser esclavizados.
Esta diferencia
en el estatus legal de la población indígena, inflamada de forma velada por los
propios jesuitas, provocó la resistencia a entregarse a los portugueses,
resistencia que acabó estallando en la Guerra Guaranítica que se extendió de 1752 a 1756, y en la que
tuvo gran relevancia el cacique guaraní José (Sepé) Tiarajú, que capitaneaba a
los guaraníes, pero que falleció poco antes de la Batalla de Caibaté, la última
de dicha guerra, en la que murieron 1.700 indígenas y que enfrentó a los
guaraníes contra los ejércitos de España y Portugal que defendían la imposición
de las nuevas fronteras.
Finalmente las
siete misiones no pasaron a manos portuguesas, pero esta resistencia de los
jesuitas y de los indígenas tutelados por ellos provocó a la larga la reclamación
española por las citadas siete reducciones. Durante la Guerra de los Siete Años
se firmó el Tratado de El Pardo de 1761 que anuló el Tratado de Madrid, por el
que España no debía entregar las Misiones Orientales, al tiempo que Portugal
retenía la Colonia de Sacramento.
Del mismo
modo, la capacidad de liderazgo mostrada por la Compañía de Jesús, y su
capacidad para movilizar una fuerza de miles de personas, que quedó patente en
la Guerra Guaranítica, hizo temer a la corona española por la estabilidad en la
zona y fue el germen de la motivación para la Pragmática Sanción de 1767, por
la cual Carlos III decretaba la expulsión de los jesuitas de todos los
territorios de ultramar.
LAS REDUCCIONES JESUÍTICAS.
ESQUEMA DE UNA REDUCCIÓN
ESQUEMA DE UNA REDUCCIÓN
PODER MILITAR
Las misiones
guaraníes constituyeron un importantísimo freno a las aspiraciones
expansionistas de los lusitanos, que liderados por los bandeirantes se
dedicaban a la caza de indios para venderlos como esclavos en São Paulo y Río
de Janeiro.
Desde los primeros
tiempos de la conquista de América, la corona española otorgó a los indios o
naturales americanos, el mismo estatus jurídico de hombres libres,
equiparándolos a los vasallos peninsulares. Esta era la condición que tenían
los guaraníes en el Virreinato del Perú.
Tras varias
incursiones bastante exitosas en 1641 una gran tropa de bandeirantes paulistas
fue vencida en la batalla de Mbororé. Estos volvieron a intentar atacar en 1652
y 1676 pero en ambas ocasiones el gobernador de Paraguay consiguió detenerlos
gracias a la participación de las milicias jesuitas.
Los
permanentes ataques de los bandeirantes forzaron a una mayor militarización de
las misiones. Las reducciones empezaron a fortificarse y a formar milicias
armadas con armas de fuego y entrenadas en tácticas de guerra modernas
combinadas a sus tácticas selváticas clásicas gracias al entrenamiento con
veteranos de las guerras europeas.7 De esta manera se constituyeron milicias
permanentes a las que, a cambio de participar en campañas convocadas por los
gobernadores de Asunción y Buenos Aires, se liberaba de la mita.8 Aparte de
esto, los guaraníes cooperaron frecuentemente en los asedios a la Colonia del
Sacramento:9 en 1680 lucharon 4000, en 1704-1705 3000 y en 1735-1736 otra vez
tres mil.10
Los milicianos
guaraníes participaron también de las numerosas campañas de castigo contra
otros indios como los guaycurúes, payaguás y mbyás, feroces tribus del Gran
Chaco que lanzaban frecuentemente ataques contra las haciendas y pueblos del
Paraguay.11 En 1702, además, derrotaron a los charrúas con los que habían
entrado en conflicto por extensos territorios de la Banda Oriental aptos para
que pastaran sus ganados.12 Sin embargo, la mano de obra guaraní no sería tan
solo usada para apoyar en las campañas militares. Altamente cualificados fueron
solicitados para ayudar en la construcción de fortalezas, destacando en
especial las murallas de Montevideo.
Las milicias
de las misiones tuvieron también una participación importantísima en la
supresión de la Segunda revolución comunera del Paraguay (1721-1735).13 En
1724, tras años de conflicto entre los comuneros —que entre otras cosas
solicitaban que las misiones quedaran gobernadas por corregidores que acabaran
con la autonomía autárquica de estas— y los jesuitas en las cortes de justicia,
el enfrentamiento se trasladó al campo de batalla cuando éstos últimos,
siguiendo las órdenes del virrey del Perú José de Armendáriz, prepararon un
ejército de dos mil indios a orillas del río Tebicuary, aunque fueron atacados
sorpresivamente por un ejército asunceño superior y vencidos.14 En 1726 los
jesuitas, gracias a su apoyo al gobierno real, consiguieron la autonomía frente
al gobernador de Paraguay y seis años después movilizaron siete mil indios para
defender el Tebicuary de ataques desde Asunción.
LA GUERRA GUARANÍ
La guerra guaranítica fue el conflicto armado que enfrentó,
entre 1754 y 1756, a
los indígenas guaraníes de las misiones jesuíticas y las fuerzas españolas y
portuguesas, como consecuencia del Tratado de Madrid (o Tratado de Permuta),
firmado en 1750. Cerca de 500.000 kilómetros cuadrados de territorios,
dentro del cual estaban los siete prósperos pueblos de: San Luis Gonzaga, San
Nicolás, San Francisco de Borja, San Miguel, San Lorenzo, San Juan Bautista y
Santo Ángel, además de estancias pertenecientes a las reducciones de:
Concepción, Apóstoles, Santo Tomé, Yapeyú y La Cruz que se hallaban al
occidente del río Uruguay, debían ser entregados a Portugal y en el término de
un año, 29.191 guaraníes debían salir de la región con todos sus bienes y trasladarse
al occidente del río Uruguay o quedarse y aceptar la soberanía portuguesa.
Fue una guerra realizada por los Guaranís como mucha destreza, aunque inferiores en campo abierto, fueron muy peligrosos en guerra de guerrillas. Algunos historiadores estiman en 10.000 los muertos entre los indios y en 150 los prisioneros. Las misiones se recuperaron aunque entre 1801-1826, en conflictos posteriores fueron arrasadas por Portugal o abandonadas.
LAS MISIONES
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