CONTRA LAS SUPERSTICIONES
Pero he aquí otros hombres que, sin duda alguna, son de nuestra grey. Quiero hablar de los que se complacen en contar o en oír milagros y mentiras monstruosas y nunca se cansan de escuchar las fábulas más extrañas acerca de espectros, de duendes, de fantasmas, de infiernos y de otras mil maravillas por el estilo, las cuales, cuanto más se apartan de la verdad, más crédito les dan las gentes, y con mayor delicia las escuchan. Adviértase que esto no sirve tan sólo para matar el tiempo a maravilla, sino también para ganar dinero principalmente a los clérigos y predicadores.
LOS RELIGIOSOS Y LOS MONJES
Muy parecida a la feliz condición de los teólogos es la de aquellos que se llaman religiosos y monjes o frailes, calificativos muy falsos, porque buena parte de ellos distan mucho de la religión, y no hay nadie como ellos tan presentes en todas partes.
...En primer lugar, estiman que la piedad consiste en estar ayunos de toda clase de estudios, que no sepan ni siquiera leer; además, cuando cantan los salmos, pronunciados, mas no entendidos, y atruenan los templos con sus voces de jumentos, se imaginan que los oídos de la Divinidad están recibiendo un deleite especial. Hay algunos de ellos que trafican ventajosamente con su mugre y su mendicidad, y van berreando de puerta en puerta para pedir un pedazo de pan, sin dejar hosterías, coches ni bancos que no asalten, con no poco perjuicio de los verdaderos mendigos; de este modo penetran suavemente estos hombres, que con su suciedad, su ignorancia, su ordinariez y su desvergüenza pretenden ofrecernos una imagen de los apóstoles.
¿Qué cosa más divertida que ver cómo todo lo hacen conforme a preceptos determinados, cual si sus actos estuvieran sujetos a reglas matemáticas cuya omisión implicase sacrilegio? ¿Cuántos nudos tendrán las sandalias; de qué color será el cinto; qué número de ropas habrán de vestir; cuál será la materia y la longitud del cinto; qué forma y dimensiones tendrá la capilla; cuántos dedos de ancho el cerquillo, y cuántas horas han de dormir? ¿Quién no comprende la desigualdad de semejante igualdad en tan infinita variedad de cuerpos y de almas? Sin embargo, a pesar de estas bagatelas, no solamente creen que a su lado los demás son unas nulidades, sino que se desprecian entre sí, y estos hombres, que profesan la caridad apostólica, si ven en otro de su Orden un hábito distinto del suyo o de un color un poco más o menos oscuro que el del que ellos gastan, arman cada trapisonda que tiembla el orbe.
..., ni tampoco estriba su preocupación en parecer a Cristo, sino en no parecerse entre ellos. Por eso, gran parte de su felicidad la cifran en los sobrenombres, pues mientras los unos se enorgullecen con el nombre de franciscanos (ya sean recoletos, menores, mínimos o bulistas), los otros del de benedictinos o bernardos, o bridigenses, o agustinos, o guillermistas, o jacobistas (dominicos), como si fuese poco llamarse cristianos.
La mayoría de ellos conceden tal importancia a sus ceremonias y tradicioncillas claustrales, que consideran que un solo cielo no es una recompensa muy grande para tantos méritos, sin pensar jamás en que Cristo, despreciando todo esto, en la otra vida les preguntará si han cumplido exactamente su precepto de la caridad. Entonces, uno presentará su panza rellena de toda clase de pescados; otro, cien cargas de salmos; otro contará sus millares de ayunos y querrá hacer creer que tiene el estómago destrozado por no haber hecho más que una sola refacción; otro sacará a relucir tal montón de ceremonias que siete grandes navíos no bastarían para soportarlas. Quién se gloriará de que en sesenta años no tocó una sola moneda, a no ser con un doble par de guantes; quién mostrará su capuchón tan sucio y grasiento que no lo querría ni un marinero; quién recordará que durante más de once lustros vivió como una esponja sin moverse del mismo sitio; quién aducirá ha enronquecido a fuerza de tanto cantar en el coro; quién, que la soledad le ha embrutecido; quién, en fin, que un silencio perpetuo le ha paralizado la lengua.
...Aunque es cierto que viven alejados del mundo, no hay nadie, sin embargo, que se atreva a despreciarlos, sobre todo si se trata de los mendicantes, porque poseen los secretos de las familias merced a las confesiones que provocan por todos los medios imaginables, secretos que no les es lícito descubrir, como no sea cuando, después de haber empinado el codo, quieren divertirse contando picantes anécdotas, y entonces dicen las cosas que se entienden por conjeturas, pero callando los nombres. Mas si alguien irrita a estos zánganos de colmena, vénganse, bonitamente en los sermones, aludiéndolos con indirectas tan transparentes, que sólo dejaría de entenderlas aquel que nada comprendiese, y, a imitación del Cerbero, no cesarán de ladrar mientras no les echéis algún hueso para taparles la boca.
LOS OBISPOS GERMÁNICOS
... ¡Qué vista de águila demuestran cuando se trata de descubrir en un viejo pergamino una cosa que pueda aterrar a las gentes sencillas y convencerlas de que deben pagar algo más que los diezmos! Pero, mientras tanto, no se acuerdan de recordar lo que tantas veces se lee en libros sobre los deberes que ellos, a su vez, tienen para con el pueblo, pues su tonsura ni siquiera les sirve para recordarles que los sacerdotes deben estar libres de las ambiciones del mundo y no pensar más que en las cosas del cielo.
...Pero hay una cosa que les es común a los sacerdotes y a los laicos, que es la exquisita solicitud con que cuidan de la hacienda, y el conocimiento de los derechos que en tal respecto les asisten; en cambio, si hay que soportar alguna carga, déjanla caer hábilmente sobre las espaldas ajenas, y unos a otros se la van echando como si fuera una pelota. Porque de la misma manera que los reyes delegan los asuntos de la administración en sus ministros, y éstos en sus subordinados, así también los sacerdotes, sin duda por exceso de modestia, dejan al pueblo todo el cuidado de honrar a Dios; pero el pueblo los rechaza sobre los llamados eclesiásticos, como si él no tuviera nada que ver con la Iglesia y fuesen papel mojado las promesas hechas en el bautismo.
...De la misma suerte, los pontífices, diligentísimos en la recaudación del dinero, dejan a los obispos todos los trabajos demasiado apostólicos; los obispos los dejan a los párrocos; los párrocos, a los vicarios; los vicarios, a los frailes mendicantes, y éstos, a su vez, los ponen en manos de quienes entienden el oficio de trasquilar a las ovejas.
TAREAS:
1.- ELABORA UNA ENTRADA SOBRE ERASMO EN EL BLOG O UN TEXTO EN TU BORRADOR, CON LOS SIGUIENTES DATOS: FECHAS DE NACIMIENTO Y MUERTE, FORMACIÓN, ALGÚN DATO VITAL IMPORTANTE, INFLUENCIA EN LAS IDEAS DE SU ÉPOCA.
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3.-ANALIZA LAS CARACTERÍSTICAS HUMANISTAS-RENACENTISTAS DE LA SIGUIENTE OBRA:
RECUERDA LA FICHA QUE UTILIZAMOS, BUSCA INFORMACIÓN EN EL ENLACE ANTERIOR
4.-ESCRIBE UN TEXTO SOBRE LA IMPRENTA, DE 6-7 LÍNEAS.
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